miércoles, diciembre 06, 2006

EXPERIMENTOS CON PASADO




“El problema de los niños desaparecidos por
razones políticas es de tal gravedad que afecta
a la conciencia universal y debe ser resuelto
en su totalidad, y de tal manera,
que nunca mas serepita en nuestro país, ni en el mundo”
Niños desaparecidos. Jóvenes Encontrados, editorial Temas, 1999.

A poco de conocer cual es el verdadero negocio de Alberto Lombarda en la telenovela Montecristo, los indicios parecen confirmar que el misterio ocualta la búsqueda incesante de la perfección humana: La eugenesia (del griego, “bien nacido” o “buena reproducción). Esta filosofía social defiende la mejora de los rasgos hereditarios mediante la “reproducción selectiva” o la “manipulación genética”, entre otros métodos.
La naturaleza parece reafirmarse dentro de la eugenesia puesto que desde el útero los seres luchan por vivir y durante los complejos procesos de desarrollo de las distintas especies siempre suelen sobrevivir los más aptos.
Pero estos mismos postulados, tendientes a mejorar las razas, aliviar el sufrimiento y erradicar enfermedades se vieron teñidos, a lo largo de la historia, del germen nefasto de la discriminación. Llegando a su punto más álgido a través del científico alemán, Ernst Rüdin, a quien se le atribuye el ser el ideólogo de la “limpieza racial” del Holocausto.
Las manos ejecutoras de la atrocidad que busca la perfección, como las de Joseph Menguele, esgrimían ridículos postulados tratando de definir en que punto la sangre judía permanecía en las siguientes generaciones, para poder aniquilarla a tiempo.
Esa “perfección” a medida de los que ostentan poderes dictatoriales los argentinos padecimos la amputación de una generación con el único fin de terminar con el incansable fantasma de la subversión y el comunismo.
Hubo experimentos tan monstruosos como los de Menguele y son aquellos que apuntan a cercenar la identidad de recién nacidos y llevarlos a crecer, en la mayoría de los casos, en hogares cuya posición política era la de los apropiadores muchas veces asesinos de sus padres.
Esa apropiación de identidad y destino contribuye al secreto placer de los secuestradores de poder dar un hogar “derecho y humano” a los niños que nacían en el cautiverio de los centros de exterminio.
Una especie de eugenesia tercermundista que no fue capaz de prever las consecuencias de la búsqueda permanente de “Abuelas de Plaza de Mayo” que paso a paso construyeron archivos, recogieron testimonios de parientes y amigos de los padres desaparecidos y hasta el día de hoy llevan recuperados 85 nietos.
Esta eugenesia “de cuarta” buscaba lo mismo que los perversos nazis, extirpar lo que consideraban un mal palpable, una rebelión desechable, una vida despreciable.
Ese negocio despreciable del personaje de Alberto Lombardo es parte de ese engranaje de crimen y robo, de odio y aversión. El enfoque perfecto que une la perfección con la aberración forma parte de la trama principal de esta telenovela que cada noche atrapa a miles de televidentes.
El éxito no es el escándalo, no son las escenas de sexo, el éxito real es contar la verdad. El poder, después de treinta años, poner en vigencia la llaga más grande de la Argentina, sin temer represalias o amenazas. Aquellos secuestradores, aquellos médicos colaboracionistas, y esos pérfidos apropiadores, están cada noche en la pantalla como la culpa en sus conciencias.

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