miércoles, diciembre 13, 2006

NORITA



Era swinger. Tenía muchos amantes. Pobres los hijos. Mandaba mensajes eróticos desde su celular. Esta en boca de Todo Río Cuarto. Seguro que la mato un taxi boy. En los countrys pasan cosas raras.

Nora Dalmasso en un abrir y cerrar de cámaras se convirtió en un sórdido personaje de una ficción montada por los noticieros y los programas de análisis. Poco importa quien era antes de la tragedia, su vida es un abanico de especulación, habladurías e invenciones dignas de un culebron de la tarde.
Detrás de la vorágine de escenarios se oculta el patético mensaje de trasladarle la culpa a la victima y, en este caso en particular, dejar entrever que podría haberlo merecido por vivir de forma “libertina”. De nada importa el móvil o el estrangulamiento que revela una conducta perversa y pasional, que en casos como en el del famoso Estrangulador de Boston, no necesariamente debe tener relación con las victima.
El discurso, supuestamente informativo de neto corte machista permite que los televidentes olviden el horror del crimen. El homicidio pasó a ser un detalle menor, nos seduce mirar detrás de las puertas cerradas para incentivar el morbo y nos volvemos expertos en ADN y querellas.
Seguimos siendo el país del “Algo habrán hecho” reformulados por la década menemista, en donde los muertos solo importan si son de clase media alta por que de lo contrario pertenecen solo a las estadísticas que nos horrorizan a fin de año. Pero tampoco nos alcanzan los retratos de vida de quien es asesinado, los detalles de la causa judicial o los resultados forenses, deglutimos a las victimas y las convertimos en “casos” haciéndoles perder su característica humana. Volviéndolos tristemente en personajes de una realidad ficcionada por editoriales e informes.

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