martes, septiembre 09, 2008

UNA CIERTA PIEDAD: El juego de la tragedia y la oportunidad


Las adaptaciones teatrales siempre suponen un desafio al tratar de capturar la intención de las palabras y la intensidad de las situaciones.

“Una Cierta Piedad”, protagonizada por Selva Aleman y Juan Gil Navarro es una obra norteamericana situada temporalmente el 11 de septiembre durante los trágicos sucesos del ataque a las torres gemelas.

Ben y Abby son amantes y a su vez empleado y jefa en una oficina ya destruida por la explosión. Esa mañana el encuentro clandestino les salva la vida y, desde la perspectiva de él, les presenta una oportunidad única.

Con el constante repiqueteo del teléfono, que abre la historia, el contexto histórico pasa a un segundo plano cuando la dinámica de la pareja comienza a desdoblarse a través de diálogos directos, emotivos, ácidos y por momentos hilarantes.

La simpleza de la puesta en escena permite que la complejidad de las situaciones puedan desarrollarse con soltura y fluidez facilitando que el espectador se interne en la historia con avidez. Sonidos ambiente aclimatan al público con la tragedia externa y forman una sola unidad con las luces que se reflejan sobre una gran ventana surrealistamente deformada, que permite imaginar el polvo y la desesperación del ataque.

Un decorado mínimo permite el desplazamiento contínuo de los personajes. Una cama, símbolo inequívoco de la intimidad, y una mesa, con las sobras de la escasez, remarcan el profundo aislamiento de la habitación acentuado por el insesante resonar del celular de Ben que le recuerda que aún tiene una vida allí afuera.

El desafio de la puesta es inteligente y osado. Con una naturalidad ejemplar Selva Aleman se desplaza en escena como una mujer atractiva desde el punto de vista estético pero aun más hermosa y sensual desde la perspectiva intelectual.

Juan Gil Navarro, ya lejos del esteriotípico papel de galán que alguna vez ganara a manos de la televisión juvenil, compone un hombre torturado y lleno de inseguridades que trata de aprovechar la tragedia que estuvo a punto de matarlo para rehacer su vida sin pagar el precio confrontar a su familia.

Magistralmente acotada la obra instala al espectador en un rol expectante incapaz de tomar partido o realizar juicios de valor, victima indiscreta de una relación de pareja a punto de definirse en un aterrador juego entre la tragedia y la oportunidad.

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