martes, octubre 30, 2007

UN HOMBRE MUERE. UN HOMBRE NACE



Elizabethtown o Como se la conoció a su estreno, TODO SUCEDE EN ELIZABETHTOWN, es una prelícuala ecléctica en la que las cosas suceden de forma extraña. El fracaso, la muerte, el amor y la vida, pasan casi simultáneamente dotando al relato de una veracidad bastante particular.

Drew Baylor (Orlando Bloom) un joven con sueños de éxito que ve como su carrera como diseñador de zapatillas termina en desastre y en su eventual despido. Cuando pierde, su trabajo, su novia plástica y casi todas las oportunidades de rehacerse, decide suicidarse con una bicicleta fija.

Pero el intento se frustra por el complejo mecanismo cuando un llamado le avisa que su padre a muerto en Kentucky, en Elizabethtown, y que debe ser él quien debe buscarlo para cremarlo.

Drew, sin ánimo, se sube al avión y es constantemente interrogado por la única azafata del viaje, Claire (Kirsten Dunst), que es demasiado amable. Demasiado conversadora. Demasiado interesada en hacer su viaje placentero.

Claire le da una tarjeta con su teléfono y un imposible descuento de hotel. Pero a partir de aquel momento será su única compañía mediante el celular. Alguien con quien hablar de todo y de nada. De pasar el tiempo.

Pero Elizabethtown no es el pueblo que Drew esperaba. Es familiero, exótico, lleno de gente con recuerdos de su padre, lleno de historias que desconoce por haber vivido alejado de ello a causa de su madre.

Tiene un primo que no se le parece, pero que dice ser igual a él, otro primo que estuvo a punto de tocar como telonero de Lynyrd Skynyrd (mítico músico de los 60´), una tía que vive para cocinar, y una serie de amigos paternos que se oponen a la cremación.

El hotel en el que se hospeda, incluso, esta tomado por una pareja que va a casarse unas horas antes de la ceremonia de despedida de su padre. Y todo en el lugar se remite a ellos, a la boda de Chuck y Cindi, que enterados de su pérdida tratan de ser compañía y amistad sin conocerlo.

Pero, con él, al teléfono y en algunas escapadas, siempre esta Claire. Que no le exige llorar la perdida, que no le pide ser su novia, que no le pide, siquiera ser su amiga. Solo estar ahí.

Hay quince minutos de Susan Sarandon que valen su peso en oro y un viaje con las cenizas de su padre, en el que Drew crece, de la ayuda de un mapa que Claire arma con sus propias experiencias de viaje.

Elizabethtown es una cebolla, que se descascara para dejar al descubierto uno de los mejores relatos que se hayan filmado. En donde la vida convive con la muerte, mano a mano, y el fracaso y el éxito se vuelven valores relativos cuando alguien te tiende una mano sin conocerte o cuando te enamoras sin esperarlo.


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