miércoles, agosto 09, 2006

LA CARTA



Varsovia, 15 de septiembre de 1943

Estimada Doctora Gutiérrez:

Le envío estas simples líneas para felicitar sus logros en el campo de la medicina. Vamos, no se sonroje, sé que recién se ha recibido y eso ya es un mérito indescriptible en esta tierra de fracasos y mentiras. Usted será una buena profesional y, créame, sus “esfuerzos” serán bien recompensados ética y económicamente
Se estará preguntando, a estas alturas, a qué se deben estas palabras de buen augurio.
Bueno, quiero dejarle en claro que son enteramente desinteresadas y genuinas. Sí, lo sé,
¿quién soy?
Es, realmente, una pregunta interesante. Me la imagino sentada en su precario escritorio de residencia, revolviendo el café amargo mientras su frente se arruga con preocupación. Y no he de hablar de su bata abierta, pues deja entrever un vestido demasiado sensual para las rondas matutinas.
Todo es por el doctor Ramírez. Esa infame atracción que comparten es verdaderamente un insulto a la profesión y ni que hablar de la moralidad, pues él es un hombre casado.
Qué dirían sus padres si se enteraran?. Allá, perdidos en un pueblito de Formosa, esperando que su hija sea una mujer digna, una doctora exitosa en la capital, mientras ella, sin recelo se sumerge en sábanas ajenas para llegar a obtener un buen rédito.
No se ponga así, no rompa la carta. Sopórteme un poco más.
Se acuerda de Emilia?.
Su amiga formoseña, a la que traicionó, robándole su primer novio. Ese remedo de estudiante, que no era mas que un delincuente disfrazado. No perdió mucho con aquel desengaño, pero a partir de ese momento se propuso no involucrarse con nadie, a menos que hubiese una buena recompensa, económica por cierto, que la espere a la vuelta del éxtasis.
¿Quién soy?
Digamos que un acreedor. Usted me debe algo. Y voy a cobrarlo.
No intente evocar sus errores en busca de mi persona, no podrá encontrarme en sus recuerdos. Lo que me debe no es negociable, lo siento y debo cobrarlo con diligencia. Me es requerido.
Estoy terminando unos negocios enormes y extenuantes en Europa pero estimo nos veremos dentro de un par de años.
Sé qué va a hacer. Romperá esta carta y olvidará todas sus palabras. Todos lo hacen.

Nos veremos muy pronto, cordialmente.

LA MUERTE

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