lunes, agosto 07, 2006

UNA NOCHE DE LLUVIA



El cielo, como un telón de seda negra, observaba con ojos invisibles la escena; unas pocas flores marchitas sobre grumos húmedos y deshechos de tierra y un olor de recuerdos en descomposición que se elevaba en el aire como un perfume barato.

De rodillas, contenía el llanto, mientras la lluvia se volvía frenética y cada vez mas helada. La noche estaba desplegándose tras la tormenta y las estrellas ausentes centellaban en las lagrimas que habían comenzado a caer de sus ojos.

Unas cuantas huellas de pisadas desaparecían con la lluvia, y una par de colillas de cigarrillos, de amigos quizás, empezaron a nadar hacia la alcantarilla y hacia la perdición. Tal vez hablaron de ella con melancolía, pero en realidad sabia que solo habían acudido aquella mañana para comprobar que ya no habría de volver.

Su aliento se cristalizo en el aire, de pronto. Un hombre a sus espaldas la estaba observando. Se volvió lentamente y vio primero una pala y luego unas botas gruesas de lluvia - Disculpe - dijo el desconocido - pero necesito quitar las flores antes de que cerremos.

Se puso de pie y una brisa suave se coló en sus ropas mojadas - Que hora es ? - pregunto con un hilo de voz que pareció mas un suspiro que el inicio de un diálogo casual.

- Son casi las seis y media - respondió el desconocido levantando algunas flores con la pala y arrojándolas a un tacho de lata, como se arrojan los sueños perdidos a la inclemente realidad. - La conocía ? - pregunto el extraño, jadeando por el esfuerzo y el frió.

Miró la tumba con detenimiento, con tristeza contenida, vio su propio nombre sobre la lapida y sonrió - Algo así - dijo antes de comenzar a caminar hasta perderse entre la tormenta, la noche y el olvido.

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